Décima
Madre Admirable,
más pura que el lirio.
¡Eres toda hermosa, oh Madre Admirable! ¡Estamos tan felices al venir cerca de Ti para saciar nuestras miradas de belleza, de serenidad, de luz celestial!
¡Eres toda pura! Ninguna mancha en ti, ninguna deficiencia, ninguna sombra. Se aprisiona en tu alma la belleza, como el cielo parece aflorar de las aguas calmas de un lago. Eres toda pura, porque la ternura infinita del Padre se ha inclinado sobre Ti para hacer de tu corazón la obra maestra de la creación. Por eso el Ángel ha podido decirte: "Te saludo, llena de gracia."
¡Oh Madre Admirable!, eres toda pura, porque el Verbo divino ha habitado en Ti. La llama de su Corazón ha tocado el tuyo; tu amor se ha perdido en el suyo, para subir al cielo como una ofrenda de alabanza.
Eres toda pura ¡oh María! porque tu corazón se ha abierto al Espíritu Santo, como el lirio se ofrece a la luz de la aurora. El Espíritu Santo te ha concedido ser grande en la fe, fuerte en la esperanza, ardiente en el amor.
¡Oh Madre!, ideal de belleza, que tu pureza rapte nuestros ojos, custodie nuestros corazones, encante nuestra eternidad.