Primera
MADRE ADMIRABLE,
ruega por nosotros.
¡Oh, Madre Admirable!, venimos a pasar este mes bajo tus ojos. Venimos a admirarte, a contemplarte. Venimos también para ser mirados por Ti. Tú eres nuestra Madre, y nosotros somos tus hijos. ¿No es verdad que a las madres y los hijos les gusta mirarse mutuamente? ¿no es verdad que su amor recíproco vive de esas miradas?
Te miramos, Madre Admirable. Te miramos porque eres bella, porque eres mansa, porque eres pura, porque a través de toda tu actitud nos das paz. Mirándote la alegría invade nuestros corazones de hijos, una alegría única que ninguna otra criatura podría darnos. Te miramos, oh Madre, y decimos "¡qué bien se está aquí!"
También Tú, míranos, a nosotros pobres hijos tuyos, tan débiles, tan poco generosos, quizá ¡tan pecadores!...
Ante ésta, nuestra miseria, tu amor crece, tiene piedad, se inclina sobre nosotros, como mirándonos largamente... ¡Que ésta tu mirada, pueda purificarnos, fortificarnos, embellecernos!...
Oh Madre, ¡sobre todo ésta, tu dulce misericordia, te hace admirable! Madre de Jesús, ama a tu Jesús en nosotros y ve, en nosotros su divino rostro.
Madre Admirable, ruega por nosotros.