Tercera
MADRE ADMIRABLE,
que derramas a tu alrededor perfume de inocencia.
¡Oh María, alrededor tuyo todo habla de pureza!. Un perfume de inocencia emana de tu dulce presencia. Perfume que nos ofrecen tu lirio, tu mirada baja, tus labios cerrados, tu frente inclinada, tu trabajo interrumpido, tu actitud de paz y de recogimiento.
El perfume revela a la flor. ¿Dónde se esconderá esta flor del cielo que alcanza a la tierra tal suavidad? ¡Ayúdanos a descubrirla! El amor eterno la ha hecho manifestarse en tu corazón purísimo. Allí la gracia de tu inmaculada Concepción ha hecho de tu alma un paraíso de inocencia, el jardín de delicias del Verbo Encarnado.
Tú eres plenamente bella, oh Madre Admirable, atráenos al aroma de tus perfumes.
Haz que tu presencia nos preserve del mal, del pecado, de toda infidelidad, de toda tardanza en el servicio de Dios. Y si nuestra debilidad nos hiciere apartarnos del camino del deber, si el gusto de las cosas de aquí nos llevara a engaño, haz que nuestro corazón se vuelva a Ti a respirar el perfume de tu pureza, para reencontrar la inocencia y abrirse siempre más a la gracia vivificante.
¡Oh Madre Admirable, comunícanos tu pureza!. Haz que en esta atmósfera de inocencia y de amor, Dios pueda hacer crecer lirios. Tú los cultivarás, tú los custodiarás, oh dulce flor de pureza.